28 de mayo de 2020 Actualidad

Feliz 150 aniversario al Real Club de Regatas

D. Enrique Cañedo Lopez

Vicepresidente- Real Club de Regatas de Santander

Hoy, con unas pocas letras,  quiero rendir homenaje al Real Club de Regatas de Santander en la celebración del Ciento Cincuenta Aniversario de su fundación.

Un homenaje a todos nuestros socios, los que están y los que se fueron,  a todos nuestros antecesores en las diferentes Juntas directivas, nuestros mayores, que trabajaron duramente, de manera absolutamente altruista,  para que nuestra sociedad siguiera perviviendo en el tiempo.

Un homenaje a todos los que lucharon por su afición en el deporte de las regatas, de la vela, del mar de nuestra bahía, de sus gentes y en definitiva, de un Santander,  donde un puñado de entusiastas regatistas santanderinos fundaron el Real Club de Regatas de Santander y medio siglo después el Real Club Marítimo de Santander,  con el que, tantos años después. nos sigue uniendo una gran amistad.

A todos ellos mi más sincero agradecimiento por el gran legado que nos han dejado.

Vivimos momentos de transformación, estamos rehabilitando nuestro precioso edificio y todas sus instalaciones que, en un próximo futuro, convivirán con un Hotel que dará mayor presencia a nuestro Club en el Anillo Cultural de Santander.

Vaya este homenaje al club,  en el recuerdo de su fundación,  con este fragmento extraído de un magnífico libro escrito por D. Fermín Sanchez en 1943: “Navegación de Placer y Deportes Náuticos” ,  que ha sido cedido a mi persona por D. Antonio Cuesta, marino, gran amigo mío y el que fue y siempre será para mí el “Practico Mayor” de nuestro puerto de Santander:

“Un Santander pequeño que vivía mirándose al mar. Hasta sus casas más suntuosas reflejándose en la bahía; tan cerca estaban los muelles, que de los barcos pasaban directamente a los almacenes los sacos de café de las Antillas; o de los depósitos de los navíos la harina blanca de Castilla. Los hombres que regían estos negocios mercantiles y navieros sentían verdadera pasión por el mar. Sus cuadros, eran marinas; sus aficiones, náuticas: su ilusión, patronear por la bahía santanderina un bote, un esquife o una balandra. Así es los sorprendió el año 1860 cuando llego a Santander el político Castelar. Una jira por el puerto figuro en el programa de agasajos que le prepararon sus amigos. Como escolta iban unos barquillos de quilla plana y aparejo de pailebot, que era el tipo acertado para los deportistas de aquella época. Eran estos los hijos de los consignatarios, de los navieros y de los grandes comerciantes en coloniales. Sus reuniones, en las que hablaban del mar con entusiasmo, se celebraban en una correduría del muelle 15, donde tenía centrados sus negocios D. Modesto Piñeiro. Otras veces eran en la Mansión que tenía en la calle de Cañadio D. Martin Ruiz Marque. De aquellas discusiones, de tantas ideas proyectadas, de las frecuentes excursiones frecuentadas al Astillero y al rio Cubas a bordo de botes aparejados de balandros o con vela al tercio, se llegó el 28 de Mayo de 1870, a crear el Club de Regatas de Santander. El motivo fue una proyectada regata contra los bilbaínos. Se afiliaron cuarenta y dos socios, entre los que destacaba el Señor Piñeiro, Ruiz Marque-el primer Presidente-, los tres hermanos Maraña (don Sergio, don eugenio y don Tomas) . Los hermanos Gamba, don Augusto Aldama, don Alberto Gutierrez Vélez, don Jorge Ibersen y don Jose Ruiz Zabala, el popularísimo dueño de la confitería “La Gaditana”.

Ya tenía el Club su Grimpola. Uno de sus socios, don Abelardo Unzueta, la diseño; también busco alojamiento y lo logro en la planta baja de una casa que existía donde hoy está el Banco de Santander; después, un café denominado “De los Amigos” ocupo este local, pasando el Club a un entresuelo situado en la misma casa. Se iba subiendo de categoría y, además se oteaba desde los balcones todo el magnífico escenario de sus luchas deportivas. Al trabajo de gabinete estaban sus directivos consagrados y allí perfilaron un Reglamento de señales hecho con la seriedad de aquellas barbas y aquel peinado a lo Amadeo, que la mayoría de los socios usaban. Tenía por objeto organizar la marcha por la bahía de toda la flotilla. Tres gallardetes, cuyos números correspondían a los colores

que llevaban, servían para transmitir las ordenes cuando se izaban en la nave capitana. El encarnado representaba el número 1, el azul el 2, el blanco el 3. Con estos tres colores y sus correspondientes números se transmitían las órdenes.

Al Palacio de Pombo.

Estamos en las postrimerías del siglo XIX. Los socios del Club habían aumentado tan extraordinariamente, que no cabían en su domicilio, ya establecido en el mismo lugar del siniestrado (por un incendio). Y fue forzoso pensar en un traslado. Presidia D. Mariano Linares y actuaba de secretario don Vidal Gomez Collantes. Un grupo de Socios pensó dar al Club casa propia; echaron la mirada al Palacio de Pombo, cuya propietaria doña Everilda Pombo, dio facilidades; tantas, como 625.000 pesetas que recibió por la venta del inmueble; los socios, mediante, obligaciones de 500 pesetas cubrieron el empréstito de 750.000 pesetas, destinándose la diferencia entre el costo de la finca y el valor de las obligaciones, en amueblar el local. A última hora faltaron 60.000 pesetas y las cubrió don Luis Garcia Illera, que con don Eduardo Téllez, don Sinforiano Solorzano y don Domingo Ortueta formaron la comisión que había realizado tan magnifica operación. Y en el mes de Octubre de 1899 se entraba en el nuevo domicilio, donde el mobiliario tenía sabor marinero. Los ricos sillones que le adornaban llevaban los nombres gloriosos de los primeros barcos matriculados. Los camareros, por un acuerdo de la junta, gastaban patillas y frac con botones dorados. Al alejarse del mar, la comodidad de aquellos hermosos salones no hizo a los socios echar en falta el horizonte de Peña Cabarga. Se seguía haciendo deporte Náutico. Y perfilaron otro poco las pruebas.

Buena entrada de Siglo

La influencia del Club se empieza a notar en los premios que se otorgan en 1900. Figura en los del Club de Regatas, objetos de la Reina Regente, de las Infantas, de los Diputados, y Senadores. Y junto con ellas, pero con carácter local, la Copa Gallo la copa donada por doña Manuela Diaz Bustamante, viuda de Gallo, se discutió encarnizadamente cerca de un lustro. El éxito alcanzado por la disputadísima Copuca, quiere aprovecharse para hacer una competición de tipo Interregional. Un santanderino que se oculta bajo las iniciales de A.O. lanza la idea de celebrar una prueba bajo la denominación de la “Copa Oro del Cantábrico” para ser disputada por todos los clubs del litoral con arreglo al reglamento.

Fundación del Real Club Marítimo de Santander

Los deportistas pedían con reiterados deseos se les habilitara un club a la orilla del mar, D. Alberto Corral había hecho unos planos, que el Rey examino el año 13. Se pedía la construcción del mismo o de algo semejante. Lo que se quería era que el agua del mar golpeara sobre el Club. Se llevo a las Juntas Generales y los terrestres imponían su voluntad y sus votos. Y la escisión vino silenciosamente. En principio, los descontentos, se limitaron a anunciar que harían un Club. Y lo cumplieron. Pero sin borrarse de las listas del Real Club de regatas de Santander.

El 13 de Octubre de 1927, quedo constituido oficialmente el R.C.M de Santander“

Barcos de Regatas inscritos en R.C.R. de Santander y R.C.M. de Santander Algunos de los barcos:

Velay, Ana Maria, Cuco, Anita, Cholo, Nenufar, Santander, Almoraima, ¡Ahí va!, Riff, Campoo, Sotileza, Hispania, Carmen, Giraldilla, Rituca, Asphodel, Shilda II, Asphodel, Cantabro, Chiqui, Los Mosquitos (una saga de la familia Lopez-Doriga), Loto, Tragamillas, Sula, Zas, Gibia, Chanquete Pituso, Guarin, Piquio, Mouro (I,II,) , Maria, Fly, Bambino, Periforcio, R.C.M., Paparda, Pluchi”

In memoriam.

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